Huellas de vulnerabilidad
Por Erika Téllez
Martes 26 de septiembre 2017
1
Unos días antes del terremoto del 19 de septiembre, hablaba con mis estudiantes del Centro Universitario de integración Humanística sobre un texto de Judith Butler titulado Vida precaria.
Para entonces, el texto nos quedaba lejos. Judith habla desde su experiencia, de la guerra y de la postura de Estados Unidos como víctima que se debe hacer justicia, de la vulnerabilidad de los cuerpos y su "desrealización" a la hora de armar una memoria colectiva.
Nada más lejano para nuestra situación una Guerra con mayúscula. Y aún cuando vivimos la violencia de cerca, cuando nos sentimos vulnerables y sobreexpuestos en las calles de nuestra ciudad, aun con eso, el texto nos hablaba lejos.
Mis estudiantes comentaban desde una postura analítica el texto, quizá a veces con el hartazgo que provoca repetir incansablemente el discurso de los "hechos". En México no pasa nada, se habla, se señala, se suplica, se grita lo que pasa, pero al final, nada pasa.
Como es costumbre en una clase, desglosamos las influencias, las voces de otros filósofos que acompañan la lectura de Judith en la construcción de una especie de ética comunitaria. (Quizá sea eso lo que intenta, quizá otra cosa).
Este lunes, ya pasados unos días del terremoto, nos reuniríamos una vez más para hablar sobre el texto de Butler, esta vez trazaríamos algunas tesis que sugiere para definir la violencia.
La impresión que nos causó fue distinta... nada más cercano a nosotros.
Una noche antes, preparando mi clase, y seguramente acompañada por la lectura de mis estudiantes que como yo prefieren dejar las tareas a último minuto, leí un texto distinto, leímos un texto distinto.
No pudimos reunirnos para hablarlo con todas sus letras. Tras una junta de la comunidad universitaria a la hora de clase nos despedimos no sin antes decir "qué cerca está de nuestra situación el texto de Judith Butler", "cuando lo releí me di cuenta de muchas cosas", "pareciera que habla de nosotros".
Y sí, textualmente habla de un "nosotros" que está fuera de sí debido a la furia, al dolor. Es ese nosotros que se sitúa en el marco del cuerpo, de la vulnerabilidad y de su exposición. Salta cuando la vulnerabilidad es expuesta a la violencia, a la pérdida, a la rabia que nos provoca la vulneración de nuestros cuerpos, de nuestros derechos.
Un discurso muy puntual sobre la autonomía se trueca ante la injusticia; los derechos y la legalidad se suspenden ante un grito de dolor y/o de furia.
Así es como el "Nosotros" aparece más allá de nosotros mismos, más allá del discurso de la autonomía y de la individualización, aparece en la piel cuando el otro nos mira y nos reconoce en la violencia perpetrada. En este sentido es que aunque no haya sufrido una violencia directamente, me reconozco en la violencia que sufre el otro. Y en ese reconocimiento me doy cuenta de que no me pertenezco del todo, algo de mí está expuesto en el espacio público, le pertenece a los demás.
Por eso es que no puedo tener control total sobre mí. Mi cuerpo está expuesto a la violencia sin que yo pueda hacer nada para evitarlo, pero también -creo que es algo importante de resaltar- con él viene el reconocimiento de la vulnerabilidad compartida, que me hace sentir amor, empatía por los demás. Hay una vida física que compartimos y de la cual hay que dar cuenta.
¿Cómo damos cuenta de ello? Momentos como este señalan el camino pues abruptamente se pone en entre dicho mi subjetividad. El proyecto que tengo de mí y mi vida se interrumpe y expone sin más que no tengo una meta fija, ni un plan desarrollado al pie de la letra. No soy dueño de mí ni de mi entorno. Estoy expuesto a un acontecimiento enigmático, del que no sé nada, del que no puede planear cómo resolver.
He ahí el momento del duelo. Perdí algo, no sé bien qué. Quizá para empezar la idea equivocada de la seguridad que comporta la construcción de un Yo. Y si me encuentro en una situación extrema de vulnerabilidad, en la que todo se viene abajo, toda idea de solidez se resquebraja, entonces el misterio se hace más evidente. Estoy fuera de mí, se me ha despojado bruscamente de mi lugar.
Así es como el "Nosotros" aparece más allá de nosotros mismos, más allá del discurso de la autonomía y de la individualización, aparece en la piel cuando el otro nos mira y nos reconoce en la violencia perpetrada. En este sentido es que aunque no haya sufrido una violencia directamente, me reconozco en la violencia que sufre el otro. Y en ese reconocimiento me doy cuenta de que no me pertenezco del todo, algo de mí está expuesto en el espacio público, le pertenece a los demás.
Por eso es que no puedo tener control total sobre mí. Mi cuerpo está expuesto a la violencia sin que yo pueda hacer nada para evitarlo, pero también -creo que es algo importante de resaltar- con él viene el reconocimiento de la vulnerabilidad compartida, que me hace sentir amor, empatía por los demás. Hay una vida física que compartimos y de la cual hay que dar cuenta.
¿Cómo damos cuenta de ello? Momentos como este señalan el camino pues abruptamente se pone en entre dicho mi subjetividad. El proyecto que tengo de mí y mi vida se interrumpe y expone sin más que no tengo una meta fija, ni un plan desarrollado al pie de la letra. No soy dueño de mí ni de mi entorno. Estoy expuesto a un acontecimiento enigmático, del que no sé nada, del que no puede planear cómo resolver.
He ahí el momento del duelo. Perdí algo, no sé bien qué. Quizá para empezar la idea equivocada de la seguridad que comporta la construcción de un Yo. Y si me encuentro en una situación extrema de vulnerabilidad, en la que todo se viene abajo, toda idea de solidez se resquebraja, entonces el misterio se hace más evidente. Estoy fuera de mí, se me ha despojado bruscamente de mi lugar.
2
¿Podemos realizar un lazo de responsabilidad ética a partir de la vulnerabilidad y la pérdida?
Aquí, en este sitio, podemos decir que sí.
Las calles de la CDMX se llenaron de manos invisibles, sin nombre, que dieron su esfuerzo para ayudar a los más vulnerables.
No hubo signos de autonomía ni de individualización. La situación del otro marcó la pauta para hacernos reaccionar y apoyar a pesar de la propia vulnerabilidad.
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